La leyenda original de La
Sayona
Esta narra básicamente la historia de una mujer muy
celosa llamada Casilda, que mató a su esposo y a su madre, pensando que estos
tenían un romance. Su madre, en la agonía de la muerte, la maldijo, diciéndole
"Sayona serás para siempre, y en nombre de Dios, que así sea". Desde
ese entonces su alma en pena vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los
hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos. Otra de las leyendas dice
que era una mujer enamorada apunto de casarse y seria madre dentro de poco.
Pero ocurrió que su novio cuando fue a la guerra falleció. Luego Tuvo su hijo y
unas semanas después ella falleció por depresión. Se dice que muchas veces se
le ve por allí en el campo llorando por su novio.
En San Fernando capital del Estado Apure y de acuerdo
con las creencias populares que se han mantenido durante el tiempo por tradición
oral, se dice que hay una mujer que espanta a los hombres libertinos. Por lo
regular, esta dama se presenta llorando y gritando por la muerte de su hijo,
toda vestida de blanco como un anima, para luego iniciar la persecución del
hombre hasta dejarlo en un estado de shock. Los sabios llaneros al contrario de
los que podría pensar, aconsejan no rezar en el momento de su aparición, sino
fumarse un cigarrillo o una cuarta de tabaco en rama. Por eso el llanero cuando
va por los montes, siempre lleva un tabaco entre sus cosas, y valga la redundancia
“para espantar al espanto”. Esta leyenda de la llorona a la que también le
dicen “La Sayona”, tiene diferentes versiones y está extendida por todo el
territorio. Es una leyenda que se cuenta en toda Latinoamérica, con versiones
muy diversas pero con la misma esencia
El Silbón.
Se
trata, según la leyenda, del fantasma de un joven que asesinó a su padre y lo
destripó por no traer las tripas de venado que había pedido . Tras este hecho
su abuelo mandó a atar al el joven a un poste, en el medio del campo,
destruirle la espalda a latigazos y lavar sus heridas con gin, y liberarlo junto a dos perros
hambrientos y rabiosos. Antes de liberarlo su abuelo lo maldijo y condenó a
portar los huesos de su padre por toda la eternidad.
Tiene
un silbido característico que se
asemeja a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, en ese mismo orden
subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota sí. Se dice que cuando
su silbido se escucha muy cerca no hay peligro, ya que el silbón está lejos, pero
si se escucha lejos es porque está muy cerca. También se dice que escuchar su
silbido es presagio de la propia muerte. Puede estar en cualquier sitio en
cualquier hora. Tal parece que si sientes el silbido de lejos lo único que
puede salvarte es el ladrido de un perro, ya que parece que es lo único que le
aterra. El suele vengarse de los hombres "mujeriegos"
Laguna Santa María
Esta laguna que queda en el centro poblado El Cochino
en el estado Apure, dicen los pobladores de la región que está encantada. Por
ella los que se atreven a caminar sus riveras han visto pasar a una mujer muy
hermosa flotando sobre el agua, vestida toda de blanco, con sus cabellos negros
y muy largos, y que se lleva consigo a pescadores y bañistas a su inframundo.
También cuenta la gente que se han perdido embarcaciones que han surcado sus
aguas; como barcos, canoas, y botes de pescadores. La laguna está totalmente
cercada de monte y la gente tiene terror de acercarse a ella.
Leyendas de El ahorcado de la
ceiba y El Samán llorón
Es una historia que se cuenta en todo el estado, especialmente en la capital San Fernando donde se dice que ocurrieron los hechos que dieron origen a la aparición de este espanto. Narra la leyenda que en el árbol de ceiba, ubicado en la calle Diana, frente a la cárcel pública de San Fernando, un hombre quiso ahorcarse. Luego de haberlo hecho, se arrepintió y pidió auxilio. Nadie lo pudo salvar. Se dice que por las noches este personaje se aparece gritando: "Caigo o no caigo", espantando a todas las personas que se atreven a pasar cerca del árbol. Muchas veces los zagaletones del lugar, apuestan por la valentía de quien se atreva a pararse bajo el árbol, en la noche oscura de la luna nueva. Esta leyenda se une también a la de El samán llorón, los habitantes de San Fernando aseguran que un joven se ahorcó en un samán a comienzos del año 1920 por motivos amorosos. Con el pasar de los años, se corrió el rumor que a partir de la medianoche se oían quejidos y llantos en el samán. Desde entonces, cada persona que camina por sus alrededores a la medianoche sale espantada.
Leyenda de El santo del Jobal
En el centro poblado El Recreo, justo en la carretera nacional que conduce a Arichuna, hay una creencia muy respetada por los pobladores de la zona, de acuerdo a la tradición oral, todo comenzó cuando uno de los habitantes de la localidad cortó una rama del palo de orare que crecía en el patio trasero de su casa y clavó la horqueta en el piso de la cocina para atraer la buena suerte, practica muy común por esos lares. Al poco tiempo, comenzó a manar por varios sitios la resina de la corteza de la rama pero, en la medida en que fluía, esta resina se iba endureciendo hasta formar una especie de perlitas doradas que posteriormente se juntaron hasta conformar una bola del tamaño del puño de un hombre. Esta bola lucía traslúcida, de un color dorado claro brillante, y con el pasar del tiempo llegó a adquirir la forma de un niño, dorado y luminoso, con aureola y vestiduras, un poco más grande que la mano de un individuo. Los pobladores creen que este niño aparecido es el “Divino Niño del Jobal”.
Leyenda de la mata del mato
Esta leyenda del Apure, cuenta la historia de un opositor del general José Antonio Paéz, llamado Manuel Cadenas, quien estaba haciendo contrabando de dinero en morocotas de oro que transportaba en seis mulas cuando fue descubierto y asesinado. Se supo luego que había enterrado el oro en un claro de sabana denominado Laguna Blanca, cerca del Tigrote. Se dice que como Cadenas nunca fue bautizado, llora por las noches buscando quien desentierre su tesoro para poder el salir del purgatorio. Aunque el llanero es recio y valiente, también le tienen respeto a esos aparecidos, por lo que cuando lo encuentran en lugar de preguntarle por el entierro, lo espantan rezando un Padre Nuestro y un Ave María mientras recitan la frase “Favor con condición no es favor”.
Leyenda de Juan Machete
Una de las leyendas más famosas de San Fernando nos cuenta de un hombre que quería ser el más poderoso de la región, su nombre era Juan Francisco Ortiz, conocido como el amo y señor de las tierras de La Macarena. Cuentan que una vez Juan habló con el diablo, y éste le dijo que si le arrancaba los ojos a un sapo y a una gallina, y luego los enterraba vivos un viernes Santo, a las doce de la noche, en un lugar donde nadie los encontrara, sus negocios iban a prosperar. Juan obedeció la encomienda, y posteriormente sus riquezas fueron aumentando, hasta llegar a ser uno de los ganaderos más pudientes de la zona. Sorpresivamente la situación de Juan cambió porque cada día iba desapareciendo su ganado y su poderosa riqueza iba quedando en ruinas. Preocupado por el escenario que estaba viviendo decidió arrepentirse y cortar con el pacto que hizo con el diablo; enterró el dinero que le quedaba y repentinamente desapareció entre la selva. Después de este suceso los habitantes aseguran ver a un hombre deambulando y vomitándole fuego a todo aquel que intente sacar el dinero que le pertenecía a Juan. Esta es una de las historias más conocidas del llano ha sido cantada por coplero, los brujos de llano lo llaman “Don Juan del dinero”.
EL ESPANTO DEL TICOPORO
Dicen que en las cercanía del río Ticoporo, ubicado muy
próximo a Ciudad Bolivia, solía hace mucho tiempo ocurrir una cosa inaudita,
poco creíble, pero que sus referencias saltaba de boca en boca entre los
parroquianos que residían en las comunidades rurales de Sabaneta, Mijaguas, El
Banquito, El Aceituno, Banco Alto y Las Piedras. Sin embargo entre los nuevos
residentes de esas comarcas no se escuchan narraciones que relaten acontecimientos
recientes vinculados al Espanto del Ticoporo. Muy pocos ancianos relatan los
escándalos a que fueron sometidos estos caseríos, pero todos ellos muestran un
brillo fulgurante en sus ojos y recuentan añejas andanzas en las que se
enteraron de la supuesta aparición del espanto.
Parece
ser que por aquellos tiempos, hace muchos años, algún transeúnte que se
desplazaba en bicicleta, en horas cercanas a la medianoche y en la oscuridad,
por una carretera llena de piedras y arena en la que estaba colocado un puente
sobre el río Ticoporo, sentía de manera sorpresiva y en silencio que la carga
de alguien sin su consentimiento subía en plena marcha sobre la parrilla de su
vehículo y lo acompañaba durante el recorrido de un trayecto que la mayoría de
las veces alcanzaba unos trescientos metros de distancia. Comentaban los que
sabían del cuento que el asustado conductor de la cicla trataba de observar en
medio de la oscuridad y del susto la presencia visual de alguien, pero sus
intentos eran vanos. Por supuesto que el susto se hacía cada vez mayor a medida
que cubría el trayecto con un peso superior al suyo, pero la supuesta persona
bajaba sin despedirse ni dar las gracias a los pocos metros, quedando el
infortunado ciclista lleno de pavor y encomendándose a los Santos del Cielo.
Otros dicen que el Espanto del Ticoporo corresponde al
alma en pena de un pobre hombre que fue asesinado en el sitio donde está
colocado el puente sobre el río del mismo nombre cuando deambulaba sin
precaución por la carretera. Juran que para evitar los eventuales ataques del
extraño acompañante se recomienda llevar escapularios y rezar un Padrenuestro
al atravesar el río.
LA CARRETA
En ciudad Bolivia, la capital del municipio Pedraza,
todavía existe la creencia en un número significativamente cuantioso de
personas de la presencia en las noches de las calles solitarias, con oscuridad
o sin ella, de una fantasmal figura integrada por una carreta que viaja a veloz
carrera por la calzada pública produciendo con sus oxidados ejes un ruido
ensordecedor y macabro que penetra por el oído y llega hasta los huesos.
Aseguran quienes han creído haberla visto que el conductor de la carreta es un
viejo andrajoso y harapiento que fustiga frenéticamente con su látigo a un
negro y extraordinariamente flaco caballo que suelta llamaradas de fuego por
las aberturas de la nariz y el hocico, y que además sus herraduras echan
chispas de candela cuando sus sonoros cascos revientan el piso de la calle.
Sostienen los que dicen haber sido sorprendidos por la repleta carreta de la
muerte que la carga que trasporta hacia el cementerio de la ciudad está
integrada por hombres, mujeres y niños que emiten espeluznantes quejidos de
moribundos.
Pero el espanto no se le aparece a todo el mundo. A muy
pocos parroquianos les ha asustado la fantasmagórica figura en las noches
oscuras. Algunos aseguran que la carreta que asusta solamente se les aparece a
los borrachos cuando deambulan solitarios por la vía pública en horas de la
madrugada al momento que regresan de sus parrandas. Los mujeriegos
empedernidos, los mentirosos consuetudinarios, los que suelen ser infieles a
sus esposas o maridos, los que amparados en las sombras de la noche cometen
cualquier tipo de delito, son a quienes La Carreta les hace pasar algún mal
rato. A los hombres, mujeres, niños y niñas que tienen buen comportamiento no
se les ha aparecido la diabólica figura, ni han escuchado alguna vez los
escalofriantes chirridos de los ejes de la infernal carreta.
LA BOLA E´ FUEGO
Cuentan los viejos llaneros de Pedraza que por las
noches, en la inmensidad del llano, solía aparecérseles una extraña y grande
figura de fuego en forma de bola flotando a pocos metros de altura de suelo,
que se les acercaba y alejaba, causándoles miedo y terror. Dicen que en las
sabanas de Curbatí, Anaro, Maporal, Mata Escondida, Soropo, Canaguá, Suripá y
Palmasola, especialmente en épocas de verano, aparece este espanto que persigue
a los que andan solitarios por los caminos sabaneros. Algunos relatan como
ciertos los frecuentes sustos que la Bola e´ Fuego causa a los caminantes en
las noches sin luna.
Los narradores de la leyenda del espanto de la Bola e´
Fuego aseguran que ella resultó de un fiero pleito a machetes que protagonizaron
dos compadres de sacramento por una disputa sobre linderos de tierras. Comentan
que una vez, hace mucho tiempo, un par de compadres estaban involucrados en una
agria discusión por diferencias en torno a la ubicación de los límites de sus
propiedades. La discusión alcanzó niveles ofensivos, a ambos vecinos los
invadió la ira. Se armaron de filosos machetes y entablaron una peligrosa pelea
cuando apenas era media tarde de un día domingo. Los lances violentos se
prolongaron sin interrupción ni descanso hasta que el sol mostraba sus últimos
rayos; muchas heridas se ocasionaron en sus cuerpos con las herramientas
convertidas en armas mortíferas, de las que brotaba mucha sangre. Cuando estaba
a punto de caer la noche en el lugar de la disputa chocaron por última vez los
machetes en el aire, produciéndose una chispa de candela, y acto seguido
cayeron ambos cuerpos sin vida en medio de un charco de sangre. De inmediato
esa chispa de candela se convirtió en una enorme bola de fuego que se alejó
rápidamente en el horizonte.
Dicen que esa figura de fuego en forma bola son las
almas en pena de esos compadres que vagan por la sabana en busca de alguien que
se apiade de ellas y eleve plegarias al Creador por su definitivo descanso.
Aseguran algunos que la Bola e´ Fuego se acerca al caminante solitario, y que
éste debe maldecirla porque cualquier rezo la atrae. También comentan que una
forma segura de evitar su persecución es desplazarse llevando un cabo de soga
arrastrando por el suelo, o desmontarse del caballo y tenderse boca abajo en el
camino hasta que se aleje.
Se ha escuchado decir que las bolas de fuego realmente
existen, y que corresponde a un real evento físico producido por la fricción de
dos corrientes de aires que viajan por la sabana a gran velocidad en sentido
contrario, y que al producirse en horas de oscuridad permite observarse de
diferentes dimensiones. Algunos han llegado a decir que ellas son producto de
gases originados por la descomposición de materias orgánicas en el fondo de los
esteros de las llanuras. Sea lo que fuere, la conseja popular enseña con esta
leyenda que deben evitarse las peleas entre los vecinos, además de respetarse
el sacramento del bautismo.
En esta Ruta pueden encontrar más información sobre los
espantos venezolanos y Los créditos son para